¿Qué implicaciones tiene este despliegue? A continuación, algunas reflexiones.
Los analistas estiman que en Belaya se encuentran:
· 7 bombarderos estratégicos Tu-160
· 8 bombarderos Tu-95MS
· 42 bombarderos Tu-22M3
· 26 interceptores MiG-31, incluyendo posiblemente dos MiG-31K capaces de portar misiles balísticos Kh-47M2 Kinzhal
· Además, 1 Il-76MD y varios aviones de transporte An-26 y An-12
Estos bombarderos se emplean para ataques aéreos contra Ucrania, lanzando misiles de crucero y armas hipersónicas. La distancia de más de 4.000 km hasta el frente no es casualidad: refleja el respeto ruso por el alcance ofensivo ucraniano, que puede atacar objetivos a más de 2.000 km, posiblemente hasta 3.000 km. La base de Belaya, ubicada a más de 1.000 km en profundidad, ofrece una protección considerable frente a ataques convencionales de drones ucranianos, aunque operar a tal distancia implica enormes desafíos logísticos y operativos.
Sin embargo, esta lejanía también es una desventaja. Los largos tiempos de vuelo aumentan el desgaste de las aeronaves y la posibilidad de accidentes, además de dar a Ucrania más tiempo para prepararse ante un ataque. Rusia, con una tradición de mantenimiento deficiente y equipos envejecidos, parece aceptar este riesgo como un mal menor.
La estrategia rusa busca crear dilemas para el enemigo, no solo problemas. Operar desde bases cercanas ya no es seguro para sus bombarderos estratégicos, por lo que Belaya funciona más como una solución provisional que como un uso óptimo de la flota aérea. Este despliegue refleja además el impacto estratégico de las guerras modernas de drones y la disminución del poder de ataque ruso.
Históricamente, la base aérea de Belaya ha sido clave para la aviación estratégica rusa desde la Guerra Fría, albergando bombarderos Tu-4, Tu-16 y más tarde Tu-22M. Su ubicación remota y su pista modernizada la hacen ideal para misiones de largo alcance, incluso nucleares. La concentración actual de bombarderos en Belaya, junto con el apoyo logístico de aviones Il-76 y el traslado de aeronaves desde otras bases como Olenya y Engels, subraya un esfuerzo por mantener la capacidad ofensiva ante ataques ucranianos y limitaciones en otras instalaciones.
En resumen, la concentración de bombarderos en Siberia es un reflejo de la adaptación rusa a las amenazas actuales, pero también evidencia las dificultades logísticas y estratégicas que enfrenta Moscú en la guerra contra Ucrania.
Fuente: Defense Express (en inglés)
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