Para seducir, busca su debilidad, esa fantasía aún por conseguir, y da a entender que puedes alcanzarla. Podría ser riqueza, podría ser aventura, podrían ser placeres prohibidos y vergonzosos; la clave de la seducción es que todo sea vago. Pon él premio ante sus ojos, aplazando la satisfacción, y que su mente haga el resto. El futuro parecerá pletórico de posibilidades. Estimula una curiosidad más intensa que las dudas y ansiedades que la acompañan, y ellos te seguirán, lograrás seducirlos.
Estrategias de Seducción. Crea tentación
En la mayoría de los casos, la gente se esfuerza por mantener su seguridad y una sensación de equilibrio en su vida. Si siempre saliera en pos de cada nueva persona o fantasía que pasa a su lado, no podría sobrevivir a la brega diaria. Usualmente ve coronados sus esfuerzos, pero lograrlo no es fácil. El mundo está lleno de tentaciones. La gente lee de personas que tienen más que ella, de aventuras de otros, de individuos que han hallado la riqueza y la felicidad. La seguridad por la que pugna, y que parece tener, es en realidad una ilusión.
Encubre una tensión constante. Como seductor, nunca confundas la apariencia con la realidad. Sabes que la lucha de las personas por mantener un orden en su vida es agotadora, y que las corroe la duda y el rencor. Es difícil ser bueno y virtuoso, siempre teniendo que reprimir los más fuertes deseos. Con eso en mente, la seducción es más fácil. Lo que los demás quieren no es tentación; la tentación es cosa de todos los días. Lo que desean es ceder a la tentación, darse por vencidos. Esa es la única manera en que pueden librarse de la tensión que existe en su vida. Cuesta mucho más trabajo resistirse a la tentación que rendirse a ella. Tu tarea como seductor, entonces, es crear una tentación que sea más intensa que la variedad cotidiana.
Estrategias de Seducción. Crea tentación
Tu seducción debe centrarse en los demás, apuntar a ellos como individuos, a su debilidad. Entiende: todos tenemos una debilidad dominante, de la que se deriva el resto. Halla esa inseguridad infantil, esa carencia en la vida de la gente, y tendrás la clave para tentarla. Su debilidad puede ser la codicia, la vanidad, el aburrimiento, un deseo reprimido a conciencia, el ansia de un fruto prohibido. Las personas dejan ver eso en pequeños detalles que escapan a su control consciente: su manera de vestir, un comentario casual. Su pasado, y en especial sus romances, estarán llenos de pistas. Tiéntalas con ardor, en forma ajustada a su debilidad, y harás que la esperanza de placer que despiertes en ellas figure más prominentemente que las dudas y ansiedades que la acompañan.
Estrategias de Seducción. Crea tentación
En 1769, Casanova conoció en Londres a una joven apellidada Charpillon. Era mucho menor que él, la mujer más hermosa que hubiera visto jamás, y con fama de destruir a los hombres. En uno de sus primeros encuentros, Charpillon le dijo sin más que se enamoraría de ella y ella misma sería su ruina. Para incredulidad de todos, Casanova la persiguió. En cada encuentro ella insinuaba que podría ceder; quizá en la siguiente ocasión, si él era bueno con ella. Charpillon excitó su curiosidad: qué placeres le brindaría; él sería el primero, la domaría. "El veneno del deseo penetró tan cabalmente todo mi ser", escribió después Casanova, "que, si ella lo hubiera querido, me habría despojado de todo lo que poseía. Yo habría aceptado la misería a cambio de un solo beso." Esta "aventura" fue en efecto su ruina; día lo humilló. Charpillon había juzgado correctamente que la debilidad primaria de Casanova era su necesidad de conquistar, seducir, de vencer retos, de probar lo que ningún otro hombre había probado nunca. Debajo había una especie de masoquismo, un placer en el dolor que una mujer podía infligirle. Jugando a la mujer imposible, incitándolo y luego frustrándolo, ella ofrecía la tentación suprema. A menudo da resultado hacer sentir al objetivo que eres un reto, un premio por ganar. Al poseerte, obtendrá lo que nadie más ha tenido. Incluso podría obtener dolor; pero el dolor está cerca del placer, y ofrece sus propias tentaciones.
Fuente: EL ARTE DE LA SEDUCCION, Robert Greene |