1. Responsabilidad sin autoridad
Asígnele a la gente una responsabilidad, dígales que ellos son responsables de obtener resultados, y luego no les de suficiente autoridad para hacer que las cosas sucedan. Perfecto para aquellas superestrellas en ciernes que desean aserrucharle el piso.
Gerente ineficaz, gerente inútil
2. Disponga y olvídelo
La delegación es para los llorones. Simplemente lance la tarea y deje que ellos adivinen cómo desea usted que se hagan las cosas. Especialmente efectivo si usted nunca verifica el avance de las tareas y luego exija que las quiere terminadas “mañana a primera hora”.
3. Revisiones sorpresivas de desempeño
Nunca haga reuniones semanales con sus subordinados. Espere hasta mediados de año y dígales a todos que todo marcha OK. En la revisión de final de año deje que se quejen pero califique mal todo lo que han hecho. De esta forma ellos no podrán trasladarse a otro departamento y usted no tendrá que darse el trabajo de reemplazarlos.
4. ¿Expectativas? Sin expectativas!
Definir expectativas es para llorones!. No le diga a su equipo lo que espera de ellos y luego mantenga un registro imaginario completamente al azar lleno de anotaciones desfavorables. Después de todo, si ellos no saben lo que usted desea que hagan, posiblemente no puedan hacerlo.
5. Apague incendios, no establezca prioridades
Dele un proyecto a alguien de su equipo. No le diga la importancia que tiene. Manténgalo ocupado con pequeñas tareas hasta que él falle en una tarea más grande. Reclámele que él no tiene idea de lo que es realmente importante para usted. Continúe hasta que él se largue a llorar o se marche. Focalícese en lo urgente, olvide lo importante y manténgase apagando incendios.
Gerente ineficaz, gerente inútil
6. Concéntrese en debilidades, no en fortalezas
Es su equipo, por lo tanto sus subordinados deben ser igual que usted, grandes en todo. Cuando no lo son, endurezca la mano y concéntrese en todas las cosas que estuvieron mal. De especial relevancia: focalícese en las cosas que a ellos no les gusta hacer porque están fuera de sus zonas de fortaleza, y así tendrán mucho campo para mejorar.
7. El entrenamiento es para los perdedores
Nos encarecen que “afilemos nuestras sierras” entrenando y reinvirtiendo en nuestra fuerza de trabajo. Pero se sabe que los entrenados se irán después que aprendan qué es lo que están haciendo, así que ¿para qué entrenar a nadie para ninguna cosa?. Solamente déjelos en su propia mediocridad, nunca los haga maestros en sus trabajos y nunca tendrá que preocuparse acerca de promover a alguien. Además esto garantiza que le ahorrará dinero a la empresa en el presupuesto de entrenamiento.
Por Phil Gerbyshak, 10 de octubre de 2007 http://manuelgross.bligoo.com/siete-habitos-de-los-gerentes-altamente-ineficaces
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