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EL ARTE DE LA ESTRATEGIA

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La Guerra Preventiva en la Antigua Roma

Estrategias de Occidente > Estrategias geniales

El autor se adentra en la estrategia de la política exterior romana. Su desarrollo de una verdadera teoría de la guerra preventiva en la antigüedad recuerda, en su opinión, otras hegemonías actuales.

Ya entre los propios antiguos fue digno de admiración el fulgurante desarrollo del Estado romano durante los siglos III y II a. de C., el período clave en su expansión por el Mediterráneo.


La Guerra Preventiva en la Antigua Roma

Polibio, historiador griego contemporáneo de estos hechos, destacó que Roma, en apenas 53 años, había dominado los territorios mediterráneos, desde la península Ibérica hasta el Norte de África y Grecia, y había preparado, a su vez, el posterior asalto a Oriente. Según él, los valores de cohesión y consenso de aquella sociedad, así como su sistema político, explicaban su éxito. Si aceptásemos sin más la versión de Polibio, deberíamos asumir que la República Romana nunca realizó una guerra injusta, y ni tan solo inició voluntariamente un enfrentamiento, sino que siempre se vio impelida a actuar, forzada por sus enemigos y el respeto a sus alianzas, en lo que los antiguos llamaron bellum iustum, la "guerra justa".

Cicerón, el famoso orador y político romano, lo resumió en una frase: "Nuestro pueblo ha alcanzado el poder sobre todo el mundo defendiendo a sus aliados". El problema surgía cuando los antiguos amigos dejaban de serlo para convertirse en amenazas, ya que era el Senado romano el que unilateralmente decidía quién era aliado o enemigo.

Si seguimos a los autores antiguos, las destrucciones de ciudades como Corinto o Cartago, o las masacres de los pueblos galos o celtíberos, fueron tan solo legítimas respuestas a las actuaciones y provocaciones enemigas, dirigidas contra la propia Roma o contra sus aliados. Hoy sabemos, sin embargo, que, cuando era necesario, los historiadores grecorromanos modificaban datos para hacer más creíble la versión romana. Si convenía invocar algún tratado, o exagerar la verdadera amenaza de los enemigos, aquellos autores contaban con las escasas posibilidades de contrastar su versión. Así, Roma argumentó que tenía un pacto secreto con Sagunto para justificar el casus belli de la Segunda Guerra Púnica, y en el 146 a. de C. acusó a Cartago de conservar una enorme potencia económica y militar para explicar su destrucción. No fue necesario enviar inspectores para verificar el verdadero alcance de las fuerzas púnicas, puesto que, como nos indica Apiano -en uno de los escasos textos que nos ofrecen la versión del vencido-, los propios embajadores de Cartago, tras rendir rápidamente todas sus fuerzas militares, fueron ya conscientes del triste final que les esperaba. Así, Roma desarrolló una verdadera teoría de la guerra defensiva e incluso de la preventiva, anticipándose a los conflictos mediante una intervención fulminante. La propia victoria justificaba su actuación, y pocas posibilidades le quedaban al perdedor para contraponer su versión. El triunfo acallaba al sometido y daba la razón al vencedor. ¿Puede ser que los tiempos no hayan cambiado tanto en lo fundamental?


La Guerra Preventiva en la Antigua Roma


Amenaza y garantía
Desde nuestro presente, más allá de destacar este falso imperialismo defensivo -y de restituir a los derrotados su legitimidad histórica-, puede ser conveniente señalar cómo estas intervenciones fueron claves en la expansión romana, no solo porque la justificaron ante sus propios ciudadanos, sino porque contribuyeron a crear entre las élites sometidas la visión de una Roma que era, a la vez, una amenaza y una garantía. Se produjo así un fenómeno de pacto e integración de aquellos dirigentes locales en la nueva estructura de poder imperial. Sin el colaboracionismo de estos sectores, difícilmente la expansión romana hubiera podido consolidarse.

Algunos de estos fenómenos nos pueden recordar otras hegemonías muy actuales. En realidad, los paralelismos son evidentes y, a pesar del salto en el tiempo, algunas claves en los mecanismos de dominación parecen perdurar. Imperialismo ya no es una palabra de moda. Pero, ¿de qué otro modo se lo podría llamar?

Fuente: revista Clío
Autor: Olesti Vila, Oriol


El Arte de la Guerra y la Estrategia


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todos entramos en pugna con otras personas, es bueno conocer la estrategia para resolverlos. La estrategia preferible de hacerlo es la negociación, pero no siempre funciona.

Si elige participar en un conflicto, lo mejor es ganar cuanto antes con el mínimo daño propio y a ser posible, del adversario.

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