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EL ARTE DE LA ESTRATEGIA

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Napoleón, genio y manipulador

Estrategias de Occidente > Genios de la Estrategia

Napoleón Bonaparte (1769-1821) quiso pasar a la Historia como genio militar y campeón de la libertad, pero fue más bien un dictador que sumió a Europa en la guerra total. Nacido el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio, Córcega, Napoleón Bonaparte cursó estudios en Brienne y después en la Escuela Militar de París gracias a las subvenciones de Luis XVI. Terminó en 1785, con 16 años, y sirvió en un regimiento de artillería con el grado de teniente. Cuando estalló la Revolución Francesa, Napoleón no se inclinó por las ideas liberales sino por el separatismo corso en el que militó durante algún tiempo.


Napoleón, genio y manipulador


Fue la imposibilidad de medrar en un ámbito tan reducido la que lo llevó a encaminarse a Francia. Nombrado jefe de artillería del ejército encargado de la reconquista de Tolón, una base naval alzada en armas contra la República, logró presentarse como artífice de la victoria y consiguió un ascenso a general de brigada con 24 años, pese a que había sido otro mando quien había tomado la plaza. Bonaparte se sabía en el camino del éxito y recurrió a todo para afianzarlo.

En 1795, aplastó una insurrección popular en las calles de París y al año siguiente se casó con Josefina de Beauharnais, viuda de un aristócrata bien relacionado con el poder. Gracias a ello, Napoleón obtuvo ese mismo año el mando del ejército galo en Italia. En los meses siguientes, las tropas francesas derrotaron a las austriacas y el joven general supo aprovechar el éxito para lograr el mando de una expedición a Egipto contra el poder británico en Oriente. A pesar de la épica con que se ha rodeado esta campaña, Bonaparte sólo derrotó a un ejército medieval de mamelucos; enfrentado con los británicos, optó por abandonar a sus tropas en Oriente y regresar a Francia. Otro general hubiera pagado muy cara su cobardía pero él se libró cuando su hermano Luciano dio un golpe de estado en noviembre de 1799 y estableció una dictadura militar que recibió el nombre de Consulado, al que más tarde Napoleón convertiría en Imperio vitalicio. Para los bonapartistas, resultó una época de gloria cuyo cénit fue la victoria de Austerlitz en 1805, durante la cual Napoleón redactó el código que lleva su nombre y alteró la Europa del Antiguo Régimen bajo la bandera de la libertad. La realidad es que instauró un régimen dictatorial en el que la policía secreta espió a los ciudadanos y coartó las libertades.

Además, desgarró el mapa europeo en una sucesión de guerras para repartir las naciones entre sus hermanos. En 1806 nombró rey de Nápoles a José, el mayor; Luis fue coronado rey de Holanda mientras Jerónimo recibía el reino de Westfalia. A esas alturas, sólo Gran Bretaña se oponía a las ambiciones del corso. Para asfixiarla económicamente, Napoleón decretó un bloqueo comercial entre el estado británico y el continente. Para ello necesitaba la aquiescencia de España y el sometimiento de Portugal, aliado secular de los ingleses.


Napoleón, genio y manipulador. Derrota en España


Sufrió la "úlcera española"

Los resultados de esa política no pudieron ser más desastrosos para España. En 1805, su marina fue aniquilada por la inglesa en la batalla de Trafalgar y en 1808 el país fue invadido por las tropas francesas que instauraron en el trono a José, el hermano de Napoleón. Pero contra lo que había esperado el emperador, el conflicto le resultó fatal (después lo llamaría la “úlcera española”). En 1810, mientras se casaba con María Luisa de Austria en un intento de emparentar con la aristocracia europea y en España quedaban inmovilizados cientos de miles de soldados franceses, otros países miraban la Península Ibérica como un ejemplo de que la resistencia contra Bonaparte era posible.

Sin embargo, nada de esto fue advertido por Napoleón. En 1812, el mismo año en que los liberales de Cádiz aprobaban la primera constitución de la Historia de España, Bonaparte invadió Rusia y llegó a entrar en Moscú pero el zar Alejandro I no se rindió ni entabló conversaciones de paz. Al final, el ejército francés debió emprender la retirada en medio del invierno ruso. De sus 600.000 hombres, apenas sobrevivieron unas decenas de miles. Al año siguiente, una Europa harta de sus tropelías lograba derrotar a Napoleón, pero los vencedores fueron generosos y cometieron el error de desterrarlo a la isla mediterránea de Elba. En marzo de 1815, Bonaparte regresó a Francia y marchó sobre París tras vencer a las tropas enviadas para capturarle, con lo que se inició el llamado periodo de los Cien Días.


Napoleón, genio y manipulador


Derrota y abdicación

A esas alturas, sin embargo, los adversarios de Napoleón conocían perfectamente sus limitaciones como estratega y le asestaron una derrota de enorme relevancia en Waterloo (Bélgica) el 18 de junio de 1815. Después siguieron golpeándolo una y otra vez hasta forzar su abdicación. Esta vez fue recluido en Santa Elena, una isla situada al sur de océano Atlántico, en la que, no obstante, también fue tratado con enorme generosidad. Aprovecharía ese tiempo para escribir el famoso Memorial de Santa Elena, en el que se justificaba de todas sus acciones y culpaba a la guerra de España de sus derrotas finales. Falleció el 5 de mayo de 1821, posiblemente envenenado con arsénico por un agente borbónico.


Napoleón, genio y manipulador


Las razones de un éxito

Desde muchos puntos de vista, la imagen que la propaganda francesa ha transmitido de Napoleón resulta falaz y exagerada. En realidad, fue un dictador aquejado de problemas psicológicos, desprovisto de compasión hacia el prójimo y dispuesto a adornarse con plumas ajenas. ¿Cuál fue, aparte del nacionalismo, la razón de su éxito y de su persistencia en la propaganda posterior?

La primera fue su capacidad para crear una máquina militar de gran potencia. Napoleón fue el primero que recurrió al reclutamiento universal aumentando de manera vertiginosa los efectivos de que disponía y procurándole una aplastante superioridad material. Sus adversarios tardarían décadas en seguir su ejemplo.

La segunda fue un gran aparato propagandístico. Napoleón reinstauró la esclavitud en la América francesa, dictó leyes antisemitas, adoptó represalias contra poblaciones civiles y pisoteó los derechos más elementales, pero siempre supo presentarse como el paradigma del progreso y de la libertad frente a la reacción.

PARA SABER MÁS:
David Chandler. Las campañas de Napoleón. La Esfera. Madrid, 2004.
Albert Manfred. Napoleón Bonaparte. Globus Comunicación. Madrid, 1995.


Autor: César Vidal
Fuente: Revista MUY INTERESANTE

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