1. Economía sin estabilizadores automáticos
Una economía sin estabilizadores automáticos es una economía salvaje en su comportamiento. Los estabilizadores automáticos más importantes son los impuestos y el seguro de desempleo. Si alguien pierde su trabajo y no tiene seguro de desempleo, entonces su nivel de consumo desciende abruptamente. De tal forma que arrastra al paro a más personas.
La Gran Depresión de los años 30
Por expresarlo de forma intuitiva: el que se queda en paro arrastra al paro al camarero del bar donde solía tomarse unas cervezas, o al albañil que iba a construir su casa y que ahora no puede comprar. Un parado más arrastra al paro a más personas, creando una reacción en cadena.
Esta condición salvaje del capitalismo estuvo presente en las brutales crisis económicas que jalonaron el agitado siglo XIX; pero en esta ocasión la bomba de relojería, anidada en las entrañas del capitalismo, tuvo su explosión más bestial. La Gran Depresión de los años 30 del siglo XX es la última crisis del siglo XIX.
La Gran Depresión de los años 30
2. Reducción del gasto público justo cuando estaba cayendo la inversión privada
El gobierno estaba obsesionado con equilibrar el presupuesto.
3. Fuerte caída del ritmo de crecimiento del dinero
La Reserva Federal se cruzó de brazos irresponsablemente. Las autoridades monetarias acuñaron una frase, célebre desde entonces: "se puede llevar al caballo al abrevadero, pero no obligarle a beber". Con esta frase se lavaban las manos. Es una forma de expresar la irrelevancia del dinero para la economía. (Es triste que hoy en día aún se repita esta frase, tanto a babor como a estribor del espectro ideológico en economía)
4. Deflación, efecto perverso 1: las deudas aumentan de valor
Si los precios descienden, entonces las deudas aumentan de valor real con el paso del tiempo. Si los precios descienden, por ejemplo, a un ritmo del -4% anual, entonces cada año lo que se debe, lo que se tiene que devolver, vale un 4% más. Hay que suponer que los que tienen deudas son los consumidores e inversores más inclinados a consumir e invertir. Por así decirlo: los más 'lanzados' de la economía. Este efecto 'mata' o 'deprime' a la parte más dinámica de la economía, que tenía el mejor ánimo consumidor e inversor.
La Gran Depresión de los años 30
5. Deflación, efecto perverso 2: los tipos de interés no pueden ser inferiores a cero
Si el nivel general de precios desciende, por ejemplo, a un ritmo de un -4% anual, entonces unos tipos de interés del Banco Central del 1% significa unos tipos de interés reales ¡del 5%!
En este ejemplo, con una deflación del -4%, si el Banco Central sitúa los tipos de interés en el 0%, los tipos reales serían del 4%. Esto es: en un momento de debilidad se estaría frenando a la economía con la misma fuerza y contundencia como si estuviera a toda máquina. A alguien que se hunde en el fango se le estaría poniendo la pierna encima, con la misma fuerza necesaria para detener el despegue del Apolo XII.
Las autoridades del Banco Central Europeo, en vez de competir para el concurso de coros y danzas de plañideras del euro, deberían meditar esta sencilla aritmética
La Gran Depresión de los años 30. Pánico bancario
6. Pánico bancario
Un banco es un invento mágico, basado en la fe, la confianza y el crédito en su sentido más original. Funciona siempre y cuando no todos vayamos al mismo tiempo a reclamar lo que está "apuntado" en nuestra cuenta. El dinero se crea con un bolígrafo. El dinero es un apunte bancario. Una crisis de fe en los bancos es una estocada en el mismo corazón del sistema capitalista.
Cuentan que un banco de salvó gracias a su hábil director. Ordenó a los cajeros despachar el dinero sin inmutarse, con parsimonia y flema, a los desencajados clientes que formaban enormes colas. Mientras aplacaba el encendido ánimo de la multitud, "cálmense, hay dinero para todos, ya está llegando"..., ordenó a un furgón blindado que diera vueltas a la manzana, una y otra vez
Al colapsar el sistema financiero la masa monetaria disminuyó de forma abrupta. Puntilla y descabello. En aquella época a la Gran Depresión se le llamó "pánico". Y no por el pánico desatado en Wall Street en 1929, pues acciones sólo tenían cuatro acaudalados. Sino porque produce pánico y desesperación no saber cómo darles de comer a tus hijos. |